Thursday 12 January 2017

“Más allá de la tecnología están las personas”: JKG - Jorge Kahwagi

Una frase resumió la velada: “Lo que debe estar en el centro de nuestros afanes, más allá de las máquinas y de la tecnología, son las personas”.
Fue en el discurso de
 Jorge Kahwagi Gastine, Presidente de Grupo Editorial Crónica…
Y ahí estaban: las personas, las historias, los cuatro galardonados en la Tercera Edición de los Premios Crónica: los doctores Rafael Navarro González y Enrique Fernández Fassnacht, el periodista Jacobo Zabludovsky y, sí, el empresario Roberto González Barrera, quien aunque falleció apenas el pasado 25 de agosto, se presentó entre nostalgias y aplausos.
Cada cual con sus hazañas y contribuciones al país…
El director general Guillermo Ortega Ruiz, maestro de ceremonia, explicó así la esencia de los premios: “Crónica ha decidido mirar hacia lo mejor de la sociedad, hacia quienes con su trabajo, entrega y talento han contribuido a la grandeza de México”.
Embelesado por los hombres y sus aportaciones a la vida nacional, prosiguió don
 Jorge Kahwagi: “El progreso técnico desmerece si no se pone al servicio de la comunidad. En Crónica tenemos la convicción de que a través de los adelantos técnicos podemos acceder a un nuevo humanismo”. Y luego la espontaneidad  lo llevó a hablar de la imaginación y entrega de los premiados, conjuntadas para “modelar el alma”.
Desde que brotó la luminaria escarlata y chocaron las copas de vino —el de bienvenida— había claros indicios de que sería una noche emotiva. Llegaron, puntuales, los invitados de honor: el rector de la UNAM, José Narro Robles; el presidente del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, el empresario y político Miguel Alemán Velasco; el gobernador de Aguascalientes, Carlos Lozano de la Torre; el coordinador de los senadores del PRD, Miguel Barbosa Huerta, y el procurador de Justicia del Distrito Federal, Jesús Rodríguez Almeida, entre muchos otros.
Pero había cuatro imanes que atrajeron abrazos y elogios, palabras e inspiraciones… Ya se alistaban las esculturas de piedra, los glifos sagrados, el número 7 del Calendario Maya, el cual representa nobleza, altruismo, trabajo, conocimiento, sabiduría y realización.
El gerente general de Crónica, Rafael García Garza, fue el encargado de premiar en la categoría de Ciencia y Tecnología al doctor e investigador de la UNAM Navarro González, quien sedujo a los presentes en el Club de Banqueros de México con sus andanzas nucleares, sus reacciones planetarias y su búsqueda interminable de vida en Marte, invitado por la NASA. “Participar en una misión espacial, y más como mexicano, es un privilegio”, dijo, mientras miraba a su esposa Fabiola y a sus hijos, a quienes dedicó el reconocimiento.
La noche arrojó retratos célebres… Dos rectores frente a frente: Narro Robles y Fernández Fassnacht, quien durante su gestión ha extendido la presencia de la Universidad Autónoma Metropolitana al Estado de México, en Lerma. Narro, a quien se le encomendó la entrega del galardón en el rubro Academia y Cultura, recordó que su colega, en un caso inusual, ha pisado durante sus años de estudiante las aulas de las tres instituciones de educación pública más grandes del país: el IPN, la UNAM y la propia UAM.
“Así que el honor es triple”, diría después Fernández. Desde el templete, expresó: “Esto es un aliciente para construir un México próspero, armónico y pacífico. El reconocimiento es personal, pero también a las muchas contribuciones de la UAM al país, en sus casi 40 años de existencia”.
Tal vez uno de los momentos más nostálgicos y aleccionadores fue la historia del bolerito que se transformó en exitoso empresario, la historia de don Roberto González Barrera, quien tuvo siempre una frase predilecta: “No hay límites”… Supo del premio en Valores y Compromiso Social cuando se encontraba ya internado en un hospital de Houston. Se disculpó de antemano porque, dijo, sería muy difícil asistir a la ceremonia, por prescripción médica. Sin embargo, prometió que uno de sus hijos lo representaría. Y así sucedió: al salón llegó Roberto González Alcalá, director general de Grupo GRUMA para México y Latinoamérica, quien compartió: “Don Roberto vivió su vida con el principio de conciencia social y siempre me decía que, con esta bandera, todos tenemos que ganar: empresas, colaboradores, clientes, consumidores y, sobre todo, México”.
Y llegó el turno, en el colofón, de reconocer a quien fue presentado como un “reportero hasta la médula y un auténtico maestro del mejor oficio del mundo: el periodismo”: Jacobo Zabludovsky… Fue, contrario a sus andanzas periodísticas, el último de los premiados en arribar a la sala, pero lo hizo sonriente, entusiasta, acompañado de su esposa, de quien diría después: “Sin ella nada sería posible”.
Miguel Alemán, compañero de aventuras, subió al estrado para entregarle la piedra maya y el diploma, por sus triunfos en Comunicación Pública.
“Cuando un periodista es reconocido por otros periodistas se multiplica el estímulo. Siento esto como una retribución a tantos años de terquedad en el oficio”, dijo Jacobo, y revolotearon otra vez las luces, en señal de despedida.
Se diluía el tercer año de los Premios Crónica, entre apretujones y copas, entre proezas de hombres de carne y hueso, sin resquicios de máquina.


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