Río de
Janeiro… He vivido de primera mano durante la mayor parte de mi vida, como
deportista y luego como funcionario público, y ahora como presidente del COM,
conmovedoras historias de deportistas que han entregado mucho más que su mejor
esfuerzo, su vida auténticamente por el sueño de una medalla olímpica.
Subir al
pódium de los vencedores en unos Juegos Olímpicos es una gesta de formidables
dimensiones. No por ello, quienes no llegan a obtener esas medallas, han
fracasado.
Yo
entiendo que la vieja sentencia del Maestro Pierre Freddy de Coubertin, padre
del Olimpismo, que reza “lo más importante no es ganar sino competir” sea visto
hoy como una cita casi anecdótica, pues el deporte ha evolucionado de tal
forma, que el Espíritu Olímpico para algunos, pueda verse distorsionado a otra
cita, expresada por un legendario coach del futbol americano de los Estados
Unidos, en el sentido de que “ganar no es lo más importante, sino lo único…”
No es mi
labor aquí cuestionar las razones que llevaron a Vince Lombardi a expresarse de
esa manera, sino expresar, una idea que me acompaña permanentemente y que me ha
dado el privilegio de valorar a cada deportista que he tenido la fortuna de ver
en competencia.
No hay
victorias sencillas. Tampoco hay derrotas sencillas. Para algunos, el segundo
competidor en llegar a la meta es el primer perdedor. Permítame disentir de esa
ofensiva forma de pensar, que está totalmente alejada de los valores del
deportivismo y por supuesto, del Movimiento Olímpico.
Yo he
visto la cara de la derrota entremezclada con la de la felicidad, por ejemplo
el de la grandiosa Ana Gabriela Guevara en Sydney 2000, a punto de estallar en
llanto, pero habiendo conquistado el quinto lugar en sus primeros Juegos
Olímpicos. O su medalla de plata en Atenas 2004, cuando, y nadie tendría el
derecho de verlo de otra manera, entregó su cuerpo, su alma y su pasión por el
deporte para consumar el sueño del oro olímpico. ¿Quién podría cuestionarle su
entrega? ¿No es acaso uno de los momentos más sublimes en la historia del
deporte de nuestro país?
O esas
centésimas de punto que arrebataron a Fernando Platas su medalla de oro en el
trampolín, en el más emocionante final que se haya dado en una competencia de
clavados en la historia. No fue fácil para ellos… Tampoco para nosotros…
Pero
aquellos que no llegan a obtener una medalla, no han fracasado. Fracasan los
que no lo intentan. Fracasan los que no se atreven. Y nadie me puede decir que
cualquiera de los deportistas mexicanos que han llegado aquí a Río de Janeiro,
no son, ya de hecho, triunfadores.
No puedo,
ni debo desaprovechar la oportunidad que me brindan mis amigos Jorge Kahwagi Gastine, Jorge Kahwagi Macari,
Rafael García Garza y Francisco Baez, a quienes agradezco profundamente el
permitirme esta comunicación a través de las páginas de este prestigiado
diario, para reconocer el esfuerzo de los muchachos de nuestro país que
competirán representando a México en los Juegos Olímpicos.
Para el
movimiento olímpico que tengo el privilegio de representar en nuestro país,
cada uno de ellos es un motivo de orgullo, de una profunda satisfacción. El
hecho de competir contra sus iguales, los mejores del mundo entre los que ya
están, es una victoria tan formidable como tener una medalla olímpica.Jorge Kahwagi
Quiero
cerrar estas mis primeras líneas, recordando una cita que con motivo de los
Juegos Olímpicos de Sydney 2000, se acuñó para reconocer el deportivismo y el
respeto entre los atletas del mundo: “Te honraré como mi rival que eres, porque
aunque te venza, o tu me venzas a mi, honrarte es mi más grande victoria,
porque tan grande es mi victoria como es mi rival…”
No comments:
Post a Comment