Friday 23 December 2016

Crónica se opone a todo lo que va en contra de México: JKG - Jorge Kahwagi

Antes de partir al Museo Nacional de Antropología, donde se entregaría el Premio Crónica, ella se acercó y le dijo: “Dios está contigo, en lo que hagas y en el momento en que lo hagas. Está presente… y yo también”. Y le pintó la bendición en la frente. Ella: Sonja Macari. Esta vez no podría asistir a la ceremonia. Solo en pensamiento…
 Y entonces don Jorge Kahwagi salió de casa: consentido, resguardado, reenamorado. Se había levantado a las 6:15 de la mañana. Meditó un rato, como suele hacerlo al despertar. Una ducha, el buen deseo y a premiar. “Sonja le ha dado cohesión a la familia, siempre presente, trabajando duro para integrarnos cada vez más. Es mi inspiración y también la de mis hijos. Ella también es Crónica, está en Crónica y agradezco todos los días tenerla a mi lado”. Se casaron en 1964, y después de 52 años el amor se adivina en la mirada. “Ha sido una compañera extraordinaria, y me siento dichoso por formar con ella hijos, nietos y ya pronto bisnietos. Es un núcleo aglutinante, una raíz profunda y sólida. ¿Cómo se podría trabajar bien sin un hogar cálido, ordenado, en paz? El papel de la mujer es inigualable, y Sonja lo ha duplicado. —¿Corazón al doble? —Es que ella es una gran artista, maneja su propia industria y además atiende la casa, guía a la familia. Eso me ha permitido lanzar cualquier empresa, atreverme en todos los proyectos, porque sé que mi espalda y mi corazón están bien cuidados. Y así pisó don Jorge el auditorio Jaime Torres Bodet. Así acogió a los cuatro premiados de la séptima edición y abrió los brazos para entrelazarlos con los de su nieto Jorge: su seguidor incondicional. “Todos aspiramos a la expresión feliz de nuestros nietos e hijos. Cuando ellos se sienten orgullosos es porque lo hemos hecho bien. Ver las sonrisas de mis hijas aquí presentes me alimenta. Y así me gustaría que pasara con todos los hijos de mis colaboradores, de todos aquellos que ponen su granito de arena para que Crónica navegue a buen puerto”. Los Premios no sólo se han convertido en oportunidad para celebrar a quienes mueven al país en los campos científicos, educativos, tecnológicos y culturales. También para ver a los ojos al paginador y al publicista, para ofrecer una palmada al corrector y al ingeniero en sistemas, para dar la mano al reportero o al camarógrafo. “Somos una familia y es lo que ha permitido que Crónica se consolide en el ámbito informativo del país”, dice. —Y sobre Crónica, ¿es un periódico de oposición? —Lo es, porque se opone a todo lo que va en contra de México, y esa visión ha amalgamado a todos los colaboradores. Tenemos rumbo. —¿Qué le dicen siete años del Premio? —El siete es de suerte, de buena vibra. Cuando entras a la redacción no respiras tensión sino compromiso: todos haciendo lo que deben. Y los Premios son reflejo de camaradería, de pasión. México tiene grandes hombres y mujeres que a veces quedan sepultados por un caudal negativo, y Crónica ha apostado por reconocer este esfuerzo, esta contribución cotidiana a la grandeza del país. Ellos construyen y aunque otros destruyan, ellos vuelven a construir ideas, proyectos. Están haciendo México cada segundo. —Se disfruta la espontaneidad de cada premiación: hay bromas, sorpresas, sentimientos… —Para reconocer a estos grandes no necesitas ningún acartonamiento, simplemente abres el corazón y los demás sentidos se sintonizan. Todo fluye así: muy natural; las cosas se dicen como debe de ser, no hay que inventar nada, sólo disfrutar las presencias. Desde la noche previa hay ansiedad por recibirlos y convivir con ellos. —Y es evidente el honor con el cual cada uno de estos líderes recibe el galardón… —A Crónica sólo le queda agradecer que acepten ser premiados por nosotros. La UNAM, por ejemplo, ha recibido grandes reconocimientos a nivel mundial y viene aquí el rector Enrique Graue con sencillez y emoción a recibir el homenaje del diario. Y el doctor José Narro, quien ha estado presente en las siete ediciones. Como Secretario de Salud tiene un mar de actividades, pero viene aquí a compartir su inteligencia e incluso acepta premiar a otros. ¿Cómo se puede pagar esto? —Y del siete al veinte… Veinte años de Crónica. —Ha sido una contraposición a los argentinos que dicen que 20 años no es nada. Hemos cosechado satisfacciones y logros minuto a minuto, porque 20 años se dicen fácil, pero hay que multiplicarlos por horas, por días de trabajo de cientos de personas. —¿Y cuál es el resultado de la multiplicación? —Un árbol frondoso, con raíces bien plantadas y cuyas ramas han crecido fuertes y hacia muchos lados: hoy tienen la fuerza para cubrir al país de todo aquello que busca exterminarlo. —¿Y en 20 años qué ha pasado con el hombre, con el empresario? —Crecer bajo la sombra de un tronco firme, vigoroso, que me ha permitido cobijar a mi gente, mi familia, mis colaboradores. Crecemos juntos en este roble y estamos listos para seguir por muchos años. Nuestra plataforma digital llega a todo el mundo: el 38 por ciento de las visitas a nuestra página web son desde Estados Unidos. Y ese porcentaje ha crecido todavía más en ciudades como Chicago y Nueva York. —¿Nueva York? —Sí, y también California. El periódico digital está teniendo una gran aceptación a nivel local y en otras partes del mundo. A los lectores les agrada nuestra postura de resaltar valores, porque no todo es corrupción, muchos mexicanos se mantienen trabajando todos los días para que no se desmorone el país. México es viable, la doceava potencia del mundo y podemos subir más. Y ella está aquí. En los ojos de este hombre, en sus palabras, en los brazos que arropan al nieto. Doña Sonja Macari, la mujer que desde muy temprano bendijo el día y susurró buenas nuevas. “Le pido a Dios que me la cuide mucho —dice él—, porque la necesito”…
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